La historia más increíble |
Si en Berlín Dennis Kimetto (y la increíble historia de su acceso fulgurante a la élite) rompía la pana y las 2h3’, en Chicago Eliud
Kipchoge nos remitía a los old days,
cuando los atletas vivían un recorrido en pista tras el cual, exprimido,
probaban suerte en el maratón y en NY volvimos a saborear las carreras sin
liebres, con circuitos duros y la emoción de una victoria en 2h10, con negative
split. Las 3 majors de otoño fueron variadas lecciones magistrales que
guardaremos en la memoria (y en youtube) ahora que llega el frío, hasta que un
beso nos despierte de nuestro sueño lisérgico con la llegada de las principales
maratones de finales de invierno y primavera: Tarragona, Tokio, Paris, Boston,
Londres, Rotterdam…
Missing Sammy |
Tras el WR de Berlín, diversos artículos analizaban cómo los
récords mundiales de maratón nos han enseñado la importancia del ritmo objetivo
como garantía de éxito (o de fracaso caso de alejarnos del mismo) en la
consecución de la marca ansiada, la nuestra. He aquí un compendio de los mismos.
Kimetto corrió en 61’45”-61’12” (2h2’57”) -no lo probéis
en el tapiz rodante-, Gebrselassie 62’29”-61’57” en el 2007 (2h4’26”) y
62’05”-61’54” (2h3’59”) al año siguiente. Mientras que el coloso Kipsang lo
hacía el año pasado en Berlin con 61’32”-61’51” (2h3’23”) y Makau 61’44”-61’54”
(2h3’38”). En consecuencia, una segunda media más rápida que la primera no es monopolio de récord
mundial pero sí lo es el equilibrio entre ambas. El añorado Sammy Wanjiru quiso
batir en Chicago en el 2009 el WR de Gebre, lo que le suponía correr por debajo
de 2’56”. Los primeros 10k los corrió a 2’53”, hizo 3 quilómetros más a 2’49” y
a partir de ahí llegaron las rebajas en forma de segundos por aquí y por allá cruzando
la meta con 2h5’41”; 1’42” por encima del WR.
Al fin, la victoria |
De aquí surgen dos teorías contrapuestas sobre el cómo se
debe encarar una maratón. La ideal, el negative split, la 2ª media más rápida
que la 1ª, es siempre aconsejada y pocas veces practicada frente a la otra, la
de ir poniendo dinero en el banco para
después recoger los frutos, es decir, ahora que voy fresco tiro millas y
luego, si tal, ya vemos. Definitivamente, como hemos visto con los WR, habrá
que correr cada kilómetro lo más próximo posible al ritmo objetivo. La delgada
línea roja que no hay que cruzar. En consecuencia, definirlo con certeza (nuestro
ritmo objetivo) será el primer paso en la difícil construcción de nuestro
éxito. Segundos más rápido o más lentos por quilómetro en cualquier punto de la
maratón pueden cambiar el sistema primario de energía que nuestro cuerpo
utiliza y comenzar a escribirse el desastre. Si le añadimos el efecto
adrenalina de la propia competición, del público…comprobamos la dificultad de
la tarea de clavar el ritmo.
Teniendo en cuenta que todos los récords del mundo vigentes
desde los 5k a la maratón han sido batidos en negative split la estrategia a
elegir parece clara. Un análisis del maratón de NY del 2011 refuerza esta
teoría. Aquel año Mery Keitany pasó la media en 1h7’56” y en el km 26 aún
disponía de una renta de 6 minutos sobre el récord de la prueba y casi 3’ sobre
el grupo que la perseguía…para acabar tercera con 2h23’38”. En cambio Geoffrey
Mutai se exhibió pasando la media en grupo en 63’17” y atacó en el km 39
ganando en 2h5’06” (¡en NY!). Un promedio de 2’54” para los 10 km finales y
2’58” en todo el maratón.
Elegancia |
En relación a la estrategia de la primera mitad más
rápida (¡al banco!), una de las claves fisiológicas está en el uso de energía,
en forma de lípidos o grasas. Uno de los factores determinantes del rendimiento
es la eficiencia en el consumo de grasas (lípidos) en lugar de carbohidratos
(glucógeno) evitando que los depósitos de estos últimos se vacíen. El ritmo
medio objetivo en una maratón debería estar en el límite aeróbico (luego una
prueba de esfuerzo es necesaria) porque es el punto en el que las grasas pueden
ser usadas como fuente de energía de forma eficiente. Ir más allá de nuestro
límite aeróbico, aún por unos segundos, supondrá quemar más glucógeno y entrar
en zona de alerta máxima. Está demostrado que cuanto más rápido se corre mayor
es el porcentaje de fuel consumido que proviene del glucógeno, más deprisa se
vacían nuestras reservas del mismo y más cerca del muro estaremos.
Una estrategia racional podría ser ir más lento
del ritmo objetivo los primeros 8k. Enchufarse al ritmo objetivo hasta el km 35
e ir más rápido en el tramo final.
¡Saludos!
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada