I survived to Behòvia 2009

dilluns, 29 d’octubre del 2018

Berlín 2018. Adicto a las Majors.

Enfilando los últimos 200m


Me levanté cansado el sábado con el objetivo único de recoger el dorsal, comer bien, hidratarme y relajarme. Las ferias de una Major, vistas dos (Boston y Berlín) merecen una visita por si solas pero hoy no tocaba.

El vuelo fue todo lo infernal que Ryanair te puede ofrecer -15 putos grados durante el vuelo-, 2h de retraso llegando a las 11 de la noche y así acabé la medianoche del viernes al sábado, buscando algún lugar donde cenar. El pueblo asiático generosamente me dio de comer cuando todas las cocinas estaban cerradas y mi ansiedad multiplicándose.

Berlín, ¡qué bonito eres!


El domingo se levantó excesivamente cálido aunque sin viento. El camino a la salida fue muy chulo. Ambientazo desde el primer minuto y cruzar andando camino de la salida la Puerta de Brandeburgo impresiona y motiva (qué sentiría Eliud cuando pasó por allí camino de la Historia). Llego a la inmensa zona de salida en un parque, encuentro donde debo dejar mi bolsa con la ropa y espero que llegue el momento de calentar. Lo único positivo de la temperatura es que no voy a morir congelado esperando la salida, uno de los grandes hándicaps a superar en otras ocasiones.
30’ antes de la salida comienzo el ritual del calentamiento, mínimo dada la temperatura. Somos tantos que en el parque se levanta una nube de polvo en suspensión. Parecemos ñúes en plena migración.

Compañeros del asfalto


Con mis 2h45’ de Palma tenía acceso al corral B, muy cerca de la salida, donde también estaba Reyes Estevez, por cierto. Encuentro a mi hermano francolí –otra Major a la que llega con lesión- y podemos abrazarnos antes de compartir una nueva aventura global.
Mi idea era pasar en hora veinte y marcarme un negative split para acabar sub 2h40. Los primeros 6k controlé cada mil -3’50” de promedio- y a partir de ahí por sensaciones, intentando pillar algún grupo bueno. Tras pasar el km 10 muy regular, aunque por encima del ritmo previsto, vi a una chica vestida muy Oiselle que apuntaba maneras y a dos ingleses muy old school con sus camisetas de algodón de estética atlética setentera (esos bigotazos míticos). Acerté con mi visión y poniéndonos la chica en fila hicimos una buena grupeta. A los 20k éramos media docena de fijos más aquellos a los que adelantábamos y algunos, pocos, que se enganchaban por detrás.
Pasé la media en 1h21’30” comprobando que no iba fácil a esos ritmos y que sería complicado que todo saliera según lo previsto. Llevaba 2 geles de 25gr (100 calorías) de carbohidratos de Maurten más una botella de 500ml con 80gr (320cal) que me pasaron en el 19. Más de lo que nunca he tomado en un maratón pero aún creo que debo practicar más con las tomas y con las cantidades.

2 Majors de 6

Pasado el medio maratón comencé a notar muy sutilmente que no acabaría con fuerza así que antes del 30 me solté del grupo. Eran demasiado para mí. Las chicas ligeramente nórdicas del San Diego Track Club que habían quedado atrás volvían para pasarme sin mirar atrás. Enfocaba el último tercio con el trauma de Palma en mi cerebro.
Mientras, disfruté de un gran maratón. Animación total a lo largo de todo el maratón. Muchísimo público y bandas de música cada 500 metros. Creía haberlo visto todo en Boston pero no, Berlín se supera y como es 100% urbano hay muchas más gente en la calle. Con estos pensamientos me voy sintiendo atrapado por las Majors y decido que voy a intentar correrlas todas. Por lo pronto si me clasifico, Londres 2020 será la siguiente.
Entre el 30 y el 36 me mantengo entre 3’50” y 3’55”, ya a mi bola. Miro a la gente, la arquitectura… y constato que en Sudamérica ha surgido una nueva clase media. Hay muchos atletas del subcontinente. Y ya en los últimos 6 empiezo a sufrir a unos niveles más altos. Me pasan por todos lados y ya solo corro esperando que aparezca la Puerta de Brandeburgo señalándome la meta. Llego en 2h45’2” y tras un minuto malo físicamente me recupero y pienso en los infinitos planes B que hice en verano cuando veía que no llegaba –tirada larga en Berlín y correr el Campeonato de España era mi plan favorito-. Y me digo que sí, que no ha estado nada mal. Quería bajar otra vez de 2h40’ pero no tenía la forma para ello y los 42k te ponen en tu sitio como si no hubiera un mañana.

Barcelona 2019 is coming.

¡Saludos!

divendres, 19 d’octubre del 2018

Maratón de Berlin. La previa.

Si corro cabeza abajo, mala señal


Desde hace tiempo me ronda la idea de no haber conseguido nada relevante desde enero del 2017 habiendo entrenado más que nunca. Sé perfectamente que es un sentimiento falso, sin ir más lejos en octubre fui subcampeón de España de maratón (M50) y en enero del 18 campeón de media. Junto al, quizás, Campeonato de Catalunya de maratón absoluto del 2016 -fui 2º pero al 1º lo han detenido por liderar la trama de dopaje en la que está metido Fifa- mis mayores éxitos a nivel oficial.

En realidad, este sentimiento extraño proviene de haber competido muy poco en estos 20 meses y de las circunstancias, curiosas, extrañas, que los han acompañado. En la primera parte de 2017 me dejé la piel para hacer un buen Comrades (up) pero el viaje previo a Etiopía me dejó KO y tuve que renunciar a Sudáfrica.

Esas vías verdes que tanto han hecho por nuestro deporte


Tras descartar bichos comencé a entrenar y tras Palma en octubre, en el Campeonato del Mundo de Media de TGN hice mi mejor carrera en estos dos años basándome en las sensaciones vividas. 8º con 1h14’22” y disfrutando muchísimo de la carrera con un sprint final histórico. Top ten con 50 años era algo que creía imposible.

Aunque en enero en Melilla me sentí a gusto corriendo las sensaciones no fueron como en Tarragona. Y a partir de ahí todo fue a peor. Las series me salían pero a cada semana más me costaban. Sensaciones que me retrotraían a dos anemias pasadas pero que en principio descartaba al estar tomando hierro. Corrí en marzo en Salamanca los 3000 indoor y en competición mi estómago se comportó extrañamente. Al forzar los ritmos notaba una guerra mundial intestinal que me impedía correr más rápido, además de perder el foco. Era algo nuevo. A pesar de todo me fui con un cuarto puesto que visto con perspectiva me motiva más, si cabe, para el 2019.

Fotaca por la parte medieval de mi ciudad

La primavera la iban a protagonizar los 10k en ruta y pista. En Iurreta, mediados de abril, saltaron las alarmas. Desde el calentamiento ya me encontré muy flojo. Corrí en 35’ y medio sufriendo lo indecible y vi claramente que debía parar y averiguar qué me estaba pasando. Y la primera analítica nos dio la pista. A pesar de la suplementación de hierro a diario mis índices caían en picado y mi fisio lo vio claro: si tomas hierro y cada día estás más bajo alguien se lo está comiendo por ti. Más analíticas y finalmente apareció la culpable, la bacteria helicobacter pylori. Así que durante todo mayo, 28 días, me tomé 10 pastillazos diarios para derrotarla. Y reduje mis rodajes a 30’ suaves. Pensaba que serían mucho más duros los efectos secundarios a nivel estomacal de lo que realmente fueron y ni pensé en que se manifestarían a otro nivel.

Tras el tratamiento mis números soñados para Berlín eran imposibles –junio 120k/sem, julio 140 y agosto 160- haciendo vida de Pro al aprovechar las vacaciones docentes. Reanudé los entrenamientos y empecé a notar que sí, que los antibióticos me habían dejado KO. Problemas de gemelos y sóleos, cuádriceps y periostitis tibial con algo de fascitis plantar. Una detrás de otra y a veces solapándose. Me pasé junio y julio entre fisios, sufriendo para poder entrenar y sin llegar ni de lejos a los 90 kms semanales. A finales de julio y tras un tratamiento intensivo de fisioterapia más vitaminas B12, hierro, zinc y omega3 para ayudar en la recuperación pude comenzar a añadir volumen y calidad. Tenía 6 semanas. Con la impagable ayuda de mis kalenjines lentamente fui mejorando y aunque sin llegar a mis entrenamientos sub 2h40 me acerqué bastante así que volví a ver Berlín con ambición.

Justo la semana en que mis peores dolores remitían -por algo tan simple como un buen estiramiento de la fascia plantar- corrí un 10k en Tortosa -de donde son las fotos-, organizado por mi club y muy lejos de mi forma me dediqué a sufrir bajo un calor infernal.
A partir de ahí pude sumar 3 semanas de 120k y 2 de 140k y con ello me fui a Berlín, creyendo que podría volver a bajar de 2h40’ y hacer podio en mi grupo de edad en una Major. 

Continuará.

¡Saludos! 

PD: curiosa coincidencia. Hoy que vuelvo a publicar tras mucho tiempo, me he inscrito para Comrades 2019.