Elogio
del tractor.
A las 3 de la madrugada arrancó el autocar, donde la
algarabía era máxima. Parecía más la salida de un after que el camino a la
agonía. Luego la ruta nos sosegó a todos. Hice migas con un veterano (59) con
nueve ediciones –mola que en el dorsal ponga cuántas Comrades has finalizado- quien
me trató de joven y cuya conversación me hizo olvidar la tensión propia del
reto que se avecinaba. A pleasure man!
A pesar de los pesares de las advertencias sobre los
buenos modales debidos fue bajar del autobús y empezar a orinar todos junto a
la primera pared que encontramos. Micción que repetí en incontables ocasiones,
¿15, 20?, siempre, eso sí, en el campo. Regándolo.
Uno de mis miedos era si haría mucho frío en la salida,
más si tenía que estar en una hora esperando. Pietermaritzburg está a 700m y la
temperatura rondaba los 10 grados. Fui a mi corral, el primero gracias a mi
tiempo en la MCD y pasé fresco pero el calor humano mitigaba el frío. Me
impresionó ver la lucha por conseguir la ropa que íbamos lanzando los atletas a
medida que se acercaba la hora de la salida. Y lo que me quedaba por ver. Pasó
el tiempo volando y llegó la hora. Primero el himno nacional sudafricano, luegouna canción que todos cantaron como locos – ¿para cuándo Sudáfrica como país
invitado en eurovisión?-, cuenta atrás y…¡zasca!
¿Altafulla? No, Pietermaritzburg |
Parecía la salida de la popular de Altafulla. Me pasaban
por todos lados. Mi paranoia era no caerme y ser engullido por la marabunta.
Con mi Garmin como fiel aliado a trote cochinero pasé el primer kilómetro en
5’30”, pelín lento pero mejor así. Mi idea era no alejarme, 15” arriba, 15”
debajo de los 5’. Al salir de la ciudad, capital del estado de KwaZulu-Natal, la temperatura descendió hasta los mil demonios. Cinco grados, imagino.
Maldije haber abandonado demasiado pronto mis guantes y jersey Joma
extra-pesado que gané no sé dónde pero la suerte estaba echada y además sabía
que horas después añoraría ese frío. El 2º lo pasé en 5’10” y mientras me
adelantaban como si no hubiera un mañana seguí disfrutando de la experiencia.
Calculo que en los 89k –a mi me salieron 90, oigan- habría 500m planos, así que
sube, baja, para la derecha, para la izquierda e ir haciendo. Mucha gente
animando en cualquier rincón, envueltos en mantas y yo ya en modo tractor. Más
lecciones de humildad; yo que he sido un chulazo
del ácido láctico.
En la crueldad intolerable de la primaria juventud
recuerdo que a un chaval que llevaba hierros en las piernas –ahora parecería de
la Edad Media- le llamábamos Massey Ferguson –a mí, cuatro ojos-. ¡Qué
ignorantes éramos! Si hasta a David Lynch el día que le robó el litio a Carrie
le salió una de sus mejores películas elogiando al motocultor –Una historia
verdadera-. En fin, que iba avanzando por la ruta.
Una peculiaridad de Comrades, que parece una tontería
pero que visto desde el punto de vista de un cerebro reptiliano, al que llegas
sí o sí, es todo un acierto es que los quilómetros se cuentan al revés.
Empiezas en el 89 y bajando, así que una de mis muletas psicológicas fue ir
festejando cada cambio de decena. El 7, el 6…
Junto a la cuneta centenares de niños y mayores casi
luchaban entre sí por cualquier cosa que desperdiciaran los corredores, incluso
los sacos que nos dieron para aguantar el frío. Todo era aprovechable, no
digamos ya unos guantes o una camiseta. La imagen de los niños de cuatro o
cinco años en medio de la noche corriendo a tu lado era…para hacer un Madonna.
Secuestrarlo, llevártelo y darle una vida mejor lejos de los suyos. Puro
egoísmo occidental, of course. Estoy
en modo ironía aclaro, no sea que algún simpatizante de la CUP quiera partirme
las piernas.
Lo dicho |
Los parciales oscilaban según lo previsto y de acuerdo
con el perfil y con mis paradas orinatorias
(debo decir, que siempre he detestado la ordinariez de todos esos posts de
atletas que cuando comentan sus carreras, refieren sus visitas al Sr Roca a
primera hora del día, pero aquí la micción era un hecho relevante). Había
avituallamientos cada 2k aproximadamente y sabiendo que llegaríamos a los 25-30
grados la hidratación era fundamental. La bebida, agua e isotónicos, la daban
en bolsas tipo flaggolosinas de unos 20 cl, lo que era salvajemente cómodo.
Mordías y bebías. Cada pis era un check-point de mi estado hídrico. Clarito,
vamos bien.
Y al cabo de una hora llegó mi momento Meryl Streep, mi
momento Memorias de África. Una salida del sol espectacular como pocas que haya
visto –no he estado en Atacama- que reverdecía los valles con un increíble
disco naranja. Todo había valido la pena.
Nos contaron en la visita guiada que lo peor eran los
primeros 18 kms, en fin. Dejando de lado mi amor, recién descubierto estos
años, por las cuestas, en realidad ya te pueden contar, ya puedes ver el
recorrido en bus que cuando llega el km 60, ese dolor no hay quien te lo
explique.
Éramos 21.000 |
Pero tras una hora corriendo el disfrute seguía siendo
máximo –siempre lo fue, pero diferente-. Ahora un árbol con unas flores
espectaculares, esa familia animando, las cebras…el mundo podía ser, a veces,
maravilloso.
Había seis cut-off points,
seis zonas durante los 90 kms en los que pasado un tiempo determinado te
impedían continuar. No era un problema para mí pero sabía que quien me seguía
vía app recibía un aviso de que seguía vivo y luchando.
Como mi único objetivo era llegar tenía claro que la
batalla iba a ser mental. Físicamente llegaba bien entrenado, con los kms
justos y mucho gimnasio. Seguí los consejos y mi planificación era como la de
un señor mayor: cada 10k un gel, cada 2h una pastilla de sal y en cada
avituallamiento una de agua y una de isotónica. Llegó el 30, en una subida vi a
algunos resoplar y nos quedaban 60…leía los nombres imposibles de los dorsales,
pasé el maratón en 3h37’ y entré en territorio desconocido. Iba subiendo la
temperatura. Chocaba la mano con los niños, me sentía fácil y solo esperaba que
llegara el dolor, que llegaría, lo más tarde posible.
En el dorsal escribí dos nombres de dos personas que
aprecio. Una se fue demasiado pronto después de darnos múltiples lecciones de
vitalidad y la otra lleva un año con una grave lesión que le impide incluso caminar
sin dolor. También corría por ellos. Me recordaban porqué estaba allí: la
celebración de la vida. Como lo fue el saludo que hice, uno a uno, a todos los
niños de la escuela que visitamos el viernes. Creo que el Director de la
escuela reconoció mi sentida emoción, nos miramos, y nos abrazamos. Al poco
llegué a Artur’s seat, algo después de la mitad del camino. Me paré, me quité
la gorra y besé la placa en homenaje y esperando que el espíritu de Arthur me
acompañara cuando hiciera falta. Un veterano espectador me dio las gracias.
Esa mariconera bonita y a juego |
Llegué al 48, solo quedaba un maratón. Seguía bien y el
único problema era ajustar la mariconera que iba disminuyendo de tamaño a
medida que caían los geles. Mucha gente animando, era fiesta mayor y las
familias se apostaban en los márgenes pasando el día, mandando fuerza.
Vi alejarse el 31, el 30 (los kms que quedaban)…viendo el
perfil parecía que todo era llegar al 60 y dejarse ir, casi rodando. Ya te
darán. Ahí ya había llegado mi hora de sufrimiento. Me dolían los psoas, los cuádriceps…ya
no chocaba las manos, ya no sonreía. Solo corría e iniciaba un diálogo, entre
mi consciente y mi inconsciente. Sabía que mi cerebro, ante las primeras
señales de alarma, quería que me parara y yo, en un bucle, le decía que no, que
estuviera tranquilo, que el límite estaba lejos. Todo eran tretas. Venga que
toca un gel, ahora la sal, ahora desalojas lo bebido. E íntimamente agradecía
los infinitos ánimos. De tal en tal miraba de reojo un parcial (llegado el 30 y
pico dejé de mirarlos) y me sorprendía un 4’45” cuando yo sentía un 6’. Un chute.
Las piernas eran palos pero seguían moviéndose y se lo agradecía. Estaríamos ya
a 25 grados, el queroseno de las barbacoas acompañaba el ambiente y miles de
DJs anónimos, cerveza en mano, ponían su grano de arena en la gran fiesta.
Una puta media, quedaba solo una puta media.
Espíritu Ronaldinho |
Y de repente, un asfalto hinchado, un tropiezo, evito una
caída inmerecida, siento un empujón y caigo en manos, literalmente, de una
fisio. Tal cual. El espíritu de Arthur, sin duda alguna. Masaje y a rodar, algo
mejor. Otro ángel me ofrece unas papas arrugás
sin mojo picón. Me como dos.
Cada bajada es un infierno por los miles de pinchazos que
siento y me enamoro de cualquier repecho. Ahí arraso. Soy Bahamontes.
Bebo, corro, me tiro agua por encima, busco la mínima sombra.
Pasamos por la green mile, no la
disfruto porque me es imposible pero alucino. Durante 1600 metros hay emails de
ánimo, un m2 cada uno, pegados en el suelo. El público es un río que
acompaña y vivo momentos Le Tour. Me pasa gente, paso a gente y sin darme
cuenta estoy cantándome un mantra –estás en tu burbuja Ferran, da igual si te
pasan, si adelantas-.
Tengo tan claro que llegaré a meta como el dolor que
siento.
Siento las piernas, demasiado |
Quedan 10, sé que en dos pasaré el último control –sabrán
en mi casa que estoy bien y eso anima-, siento la meta, ya no hay decenas en
los carteles, solo unidades. Último gel y regalo con alegría la mariconera a
una niña que me animaba desde la cuneta.
Quedan seis –no lo pienso en ese momento pero llevo 83-
miro y veo que yendo a 6’ puedo bajar de 8 horas, otra trampa al cerebro. De
repente me han desaparecido los dolores y he empezado a rodar rápido. No doy
crédito. El cerebro, ese gran desconocido. La gente, al ver a un señor mayor de
barba blanca a tan buen ritmo, ruge. 4’45”, 4’30”, 4’25”, 4’22”, 4’17” y 3’58”.
Entro en meta y rompo a llorar. Ha sido brutal. Una experiencia extrema que ha
valido tanto la pena. Ya soy otro. Mejor, sin duda alguna.
¡Saludos!
¡Vámonos pa meta! |
5 comentaris:
Brutal, eres un crack. Que la salud te deje correr muchos años más para que puedas contarnos más aventuras como esta.
Un abrazo.
Brutal Ferran!! Esperábamos con muchas ganes tu crònica. Ni me imagino el dolor de piernas que llevarías....y acabar a 3'58´´ eso ya es de otra galàxia. Detallazo con ese kalenjin que pronto volverá! Sigue coleccionando experiències y sobretodo, explicándolas. Brindaremos entre calamares y braves!! . Peio.
Una maravilla de crónica Ferran!!
Da ganas de pedir un crédito y inscribirnos mañana mismo. ¡Que gran experiencia!
Un señor de barba blanca, y acabando un 90K sub 4'. No sé ya qué superlativos emplear para aplaudir esta enorme victoria personal.
Grande, grande, grande!!
La próxima maratón te sabrá a poco, pero sé que estarás allí...
Un abrazo,
Dennis.
Muchas gracias por tu seguimiento Antonio, espero estar a la altura!
Peio, mañana nos vemos y seguimos comentando las jugadas.
Dennis, buff, planteándome volver de nuevo.
Abrazos!
gracies crack.
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