Memoria histórica |
Va a ser muy difícil expresar negro sobre blanco todo lo
vivido estos días, pero voy a esforzarme en el intento.
La previa.
Tras llegar a Durban el jueves por la tarde, a las 9 de
la mañana del viernes tenía contratado (fue uno de los grandes aciertos) un
viaje en autocar por el recorrido comentado por expertos comradianos. No por
ver el perfil –desde el autobús es imposible imaginarte siquiera cuánto te van
a doler las piernas tras 65k en la enésima bajada- sino porqué fue una forma de
ir tomando conciencia de qué significa la Comrades en Sudáfrica y en el mundo. Un
viaje interior, algo así como un Camino de Santiago, que te hace crecer y a
poder ser, mejor persona. Y es que hoy Santa Teresa sería ultrafondista y
tendría un poster de Scott Jurek en su celda.
Baile de bienvenida |
Llegamos al punto de salida, Pietermaritzburg, visitamos
la Comrades Marathon House (ver post anterior) y, desde la salida, comenzamos a
vivir el recorrido. Los guías eran auténticos veteranos de la misma con doble green number -lo que significa que
la han acabado 20 veces como mínimo; con 10 veces ya perteneces al exclusivo
club y te asignan un dorsal definitivo, como si colgaran tu camiseta en un
pabellón, para siempre que quieras volver a correrla- y nos iban explicando cómo
afrontar determinados tramos y, sobretodo, nos imbuían de la tradición. A medio
camino nos detuvimos en una escuela financiada en parte por ilustres
comradianos para niños con diversidades –aquí sí que me mojo por este término y
no por el de discapacitados…porque ¿qué soy yo, con mis doce dioptrías? -. Nos
cantaron y bailaron, el Director nos explicó la historia de la escuela y comentó
sus dos Comrades que resumió en “pensad en que cada paso que deis estaréis más
cerca de Durban”. Frase que utilicé en la gestión mental de la prueba entre
otras. Me impactaron los muchos albinos que había en la escuela porqué recordé
un podcast que hace mucho tiempo oí sobre la supersticiosa persecución que les
cuesta la vida y porque uno de nuestros miserables gobiernos, no recuerdo cuál,
dio un solo asilo político años atrás y fue a un albino africano. Quien quiera
saber detalles, escabrosos y tristes, que vaya al google.
El himno nacional sudafricano |
Estuve en contacto con su espíritu |
Disfruté del paisaje y de las historias y nos dejaron en
la Expo donde recogí el dorsal, compré 10 geles, el billete para ir a la salida
y una mariconera para que me cupiera todo. Las sensaciones eran buenas, la noche
anterior había dormido once horas –llevaba un cansancio importante por haber
dejado el trabajo de casa casi listo, el resto lo acabé aquí-, las comidas me
sentaban de muerte y estaba perfectamente hidratado. A las nueve a dormir que el
hotel abría los desayunos a las dos de la madrugada, un detallazo. Desayuné
bien, 3 tostadas y un café y a buscar el autobús...
¡Saludos!
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