I survived to Behòvia 2009

divendres, 4 de març del 2016

Pacer

Cambrils. Clásica de primavera.


Las semanas posteriores a la MCD han sido extrañas y ecuménicas, con el objetivo único de mantener la sensatez dentro de las 24h party people en que se ha convertido el movimiento runner actual. Pero el calendario manda y un mes y cuatro días después de mi maratón tocaba ser parte de otro, Sevilla, en modo pacer de un buen amigo en su objetivo sub 2h40’ (intentando estar a la altura de favores recibidos). Tocaba, pues, gestionar la recuperación de mi cuerpo al tiempo que sutilmente iba dándole los estímulos necesarios para estar a la altura en el sur.

De inicio, tras la maratón, mi cuerpo seguía pidiendo guerra pero no le hice caso y actúe como el señor responsable, funcionario y de provincias que uno es. Una semana con rodajes de 30’ suaves y algo de gimnasia. Una segunda semana con rodajes algo más largos y dos sesiones de fuerza/pesas. Dándole al cuerpo el descanso que no pedía pero que sí necesitaba. Y la tercera semana ya aparecí por pistas para comenzar a tocar la velocidad con estos fenómenos con los que entreno. Sorprendentemente, tras un inicio de temporada muy diesel, me encontré muy bien corriendo los 500 entre 1’29”-1’32”. Ahí me vine arriba y pensé en indoor.

Comerse 11k en solitario y con viento te pone a prueba física y mentalmente


Hasta aquí la normalidad post maratoniana alterada por lo que a buen seguro sería otra tirada larga y rápida para la que no trabajé los detalles previos de un tapering  – tempo de 18k sub 4’ para refrescar el sistema nervioso central, un Salazar-Rupp en pistas el miércoles anterior para completar 5k (200m a 48”-200 a 36”), pesas dos días antes-. AVE mediante nos fuimos a correr los Trials españoles.

Sevilla, con perdón, tenía muchos colores especiales. Tenía el momento liebre, el momento Enric –amigo que se enfrentaba a su segunda maratón buscando las 2h48’-, el momento Dottore –colega que iba a por el pódium Vet y pilló bronce- y el momento pupilos. Todos ellos adictos a la piedra picada que tras meses de lucha, sacrificio y trabajo iban a correr persiguiendo sus sueños. Juntos cenamos la víspera –sí, en una pizzería- para confabular nuestras ambiciones.

Por mi parte, sabía el ritmo pero no cuánta distancia podría hacer aunque mi apartamento me señalaba el camino. Estaba en el km 39…

Fotos, abrazos, sinceros deseos de suerte y tras un breve calentamiento nos dirigimos a la salida. Momento éste de íntima soledad en medio de la multitud. Vas a enfrentarte a 42k. Sufrirás. Vivirás una metáfora de la vida en la que naces, creces, amas, sufres y mueres. Habrás vivido momentos de euforia, de arrepentimiento, de dolor, de risas…y de épica, que si no, nos aburrimos.

Gesto de rabia y satisfacción. Primera vez esta temporada.


Sabíamos que las 2h40 estaban difíciles pero también que era posible. La carrera nos diría el dónde. Algo más lentos al principio, sucedían los kms. Mi mirada iba continuamente del Garmin a mi colega y viceversa (la estrategia inversa de mi maratón). Casi sin hablarnos monitorizaba su estado. Recogía los avituallamientos, en vaso -punto en contra- y dejábamos que las grandes avenidas transcurrieran bajo nuestros pies.

Mantuvimos el ritmo, lo aceleramos y a las dos horas llegó el sol, espléndido para un domingo de cañas, pero que nos acabó de machacar y se llevó un par de minutos. Tras 2h32’ y 39kms nos dimos la mano y nos despedimos. No hicimos la carrera de nuestras vidas pero firmamos una mínima que nos da el dorsal directo para Boston 2017.
Con 1’93 maratones en mis piernas en tan solo cuatro semanas debía volver a darle a mi cuerpo el descanso necesario a tanto estrés físico. Así que semana de rodajes de 30’, un par de 10k también por sensaciones, dejando que el cuerpo decidiera por mí y a la media de Cambrils, donde la falta de presión era total.

Con un viento incómodo pero menor que la ciclogénesis explosiva esperada –Mad Max- salí ligeramente más lento que lo natural –la anarquía y la anaerobia van juntas de la mano- y recuperé puestos hasta donde pude. Dos vueltas en las que disfruté de compañía en la 1ª y de soledad en la 2ª. Sin mirar el reloj en ningún momento, contento por haber leído bien la carrera y algo al límite físicamente enfilé la meta pensando que si corría en hora quince –no miré ni un solo parcial- me dejaría muy contento, dieciséis normalillo y diecisiete algo deprimido –sin faltar a nadie XD-. Por lo que ver hora catorce me instaló en una cierta euforia y me permitió, en ocasiones, ver un indoor.



¡Saludos! 

PD: si sois lectores habituales habréis visto que tengo intrusos en el blog. Disculpas por esas entradas piratas.

3 comentaris:

Dioni Tulipán ha dit...

No tinc paraules Ferran. Un Pacer de 39 kms ?!? A ritme sub 2h45!!
I després fer un solo sub 1h15...

Sembla que ara surten els moltíssims kms picando piedra.

Un claro caso de justicia atlética!!!

Comrades, ¿¿cuándo??

Un abrazo,
Dennis.

NACHO ha dit...

Aúpa Ferran¡¡¡
Enorme, 39km de pacer después de la gesta de la MCD¡¡¡
por lo que dices, seguro que te vemos en indoor, tiene pinta de que estás con esa chispa, 1:14 en Cambrills, jodó¡¡
A seguir recuperando

Ferran ha dit...

Dennis, ya mismo voy a intentar 8 semanas de 120s para Comrades, que es el 29/5, aunque me está costando motivarme a saco ya que allá voy de turismo atlético, sin objetivos, solo acabar.

Gracias Nacho, al final tenía menos chispa de la prevista para los 3000. Pero estoy satisfecho con la marca.

¡Saludos!