Dopándonos con Cacaolat tras arrasar en una carrera local |
Una mañana de enero de 1982, con catorce años, cogí un tren en Tortosa a
las 7 de la mañana para bajarme 15 kms después en L’Aldea. Empecé a andar en
dirección a Amposta, a 5 kms, donde había un cross federado. Tras una hora y
pico llegué y me inscribí. Era cadete y corría con el CP Dertusa.
Sin insistir demasiado en la anécdota en el tren me encontré –yo vivía con
mi abuela- de casualidad con mi padre, quien tenía comité central del PSUC en Barcelona.
La pura izquierda antifranquista y comunista, hoy dilapidada.
Quedaría 2º o 3º, tengo dudas, pero sí que recuerdo como si fuera ahora
mismo que alguien me animaba y acabada la carrera vino, sorprendido, a verme.
Control de 3.000 en la ceniza del Reus Ploms, con el Nene, provisionalmente, detrás mío |
Le expliqué mis andares y me invitó a volver en coche con él. En aquel viaje
se convirtió en mi entrenador. Sin dudarlo, en el mejor que nunca he tenido y
en una de las personas que más me ha influido a todos los niveles.
Recuerdo que desde el primer momento puso mucho énfasis en la fuerza y en
la técnica. Íbamos un día a la semana a un gimnasio que tenía un amigo suyo,
culturista, en el garaje de su casa. Diariamente antes del trabajo específico,
hacíamos skipping, triple salto y
toda la retahíla de ejercicios que ahora van a misa (o deberían) para ser más eficientes
a la par que estéticos. Descubrí el placer de las series de cuestas en el camino
que sube al Parador y con mucha paciencia nos iba indicando qué series hacer y
la importancia de las recuperaciones…que no acabábamos de cumplir casi nunca (ahora
me paso unos segundos y veo, espiritualmente, como se aleja mi estado de forma).
El trabajo surgió efecto y en 3/4 meses corrí unos 3.000 en 9’21”, récord de
Tarragona, cosa que me hizo mucha ilusión, obviamente.
Aquellos maravillosos años (como Proust, lo valoramos mejor mucho después) |
En aquellos meses la relación se fue estrechando y sin darme cuenta una
serie de valores como el amor por el trabajo bien hecho, el esfuerzo, la
formación continua…fueron posándose en mi cerebro aún siendo este, por aquel entonces,
inconsciente al respecto.
Además de un gran entrenador era también un gran atleta. Del nivel de ser
finalista de Campeonatos de España absolutos en 400m vallas (53”8) –para unos
400 en 49”, ello da idea de su técnica depurada- entrenando en una pista de
tierra, con unas pocas vallas prestadas y casi pidiendo por favor que nos
dejaran entrenar en unas instalaciones públicas, pagadas entre todos. Admirábamos
a Edwin Moses y me explicaba la importancia del número de zancadas entre valla
y valla, como pasar de trece a catorce antes de tiempo suponía el desastre. Creía
en la importancia del trabajo complementario y aunque faltaran 20 años para que
comenzara a oírse que existía algo llamado Pilates e intuyendo la importancia
de la flexibilidad se apuntó a ballet para reforzar las pretemporadas. España no era
Arabia Saudita por aquella época pero casi, había que tener personalidad en los
tiempos anteriores a Billy Elliot.
No trabajábamos la fuerza porqué sí, ni de cualquier manera. Lo hacíamos
porqué la RFEA editaba unos magníficos Cuadernos de Atletismo (que Xavi
compraba) donde aprendíamos como entrenaba en el gimnasio Sebastian Coe, ahí es
nada. También estaba suscrito al semanal inglés Athletics Weekly y alucinábamos
con las noticias del decatleta Daley Thompson o los 1.000 abdominales diarios
que la entrenadora y esposa de Alan Wells le obligaba a hacer. No acabábamos de
decidir si eramos de Coe o de Ovett, el rebelde que corría meetings con la camiseta
de la URSS. La hoz y el martillo.
¿Quién quiere perderse la posibilidad de correr en estas pistas? |
No éramos de la FAI pero también tratábamos de leer todo lo que se
publicaba de la escuela portuguesa de Moniz Pereira, con Mamede, Lopes y la
gran Rosa Mota.
1983 fue, para mí, mágico. Ya éramos todo un grupo de gente a sus órdenes. Conocí
el amor y el desamor con sus lágrimas, agrias y necesarias. Me puse lentillas y
descubrí los matices del mundo. Veíamos entrenar a los mayores –Màxim Marzà,
medallista absoluto en 800 y todo un Jim Morrison, atleta y poeta-. No había
nada mejor en el mundo por aquel entonces.
El mismo año nuestro club local desapareció –cuando los padres se agotan y
no hay relevo- y nos acogió el CN Reus Ploms, iniciándose otra gran etapa
atlética que daría para otro post. Corrí por vez primera unos obstáculos, unos
1500 y en verano rocé la mínima para unos estatales juveniles al correr los
3000 en 8’58” y poco después veíamos por TV a Abas quedar 5º en los primeros
mundiales de atletismo mientras admirábamos la elegancia de Tim Hutchings
corriendo el 5000 o como Sergei Bubka saltaba lo imposible.
Le acompañaba a los controles que se celebraban en el Serrahima y aprovechaba
para pedir autógrafos a Taca Prieto o a JL González. Corrí algunos campeonatos de España
y seguí creciendo como persona y atleta hasta que las historias de la puta
mili, la suya, le amargaron el atletismo y mi tarambanez épica y adolescente me apartó del correr, a esos
niveles.
Pasaron los años, siguieron los afectos.
Me faltó punch para ritmos tan rápidos |
Y el pasado domingo, un domingo indoor, se escribió un sueño que nunca
habría imaginado.
Nos íbamos viendo de vez en cuando, sabía que se había convertido en un
bailarín de salón de élite mundial, más tarde (30 años dan para mucho) en
remero y ya con la llegada de las redes sociales aumentamos nuestros contactos
hasta que un día vi que había vuelto a practicar atletismo.
Por eso, el pasado domingo, se cerró un círculo imprevisto al coincidir ambos
en los campeonatos catalanes de veteranos indoor. Él ganó la plata en pentatlón
y yo repetí cuarto en 3.000. Eso fue la anécdota, la categoría fue encontrarnos,
en un entorno de grandes personas a las que da gusto saludar y conversar. Muchos
de ellos acaban de conocer a Xavi y aunque intuyan su categoría humana (lo vi), me
permito homenajearle con estos recuerdos al tiempo que les descubro un poco más
de él. Sirvan estas líneas también para mostrar la gratitud a los entrenadores que
desde la sombra guían a los atletas en todos los ámbitos de la vida (y a quien
me gustaría parecerme en unos años).
Para mí fue un gran día muy emocionante.
¡Saludos!
2 comentaris:
Ferran, gran relato!
Pero...en las fotos de hace 30 años...¿quién eras?
Dennis, en la primera soy el de rojo, en la 2a el que va primero y en la 3a delante a la derecha.
32 años después...es lo que hay! Suerte el domingo! Te trackearé!
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