¿Estrés solidario?

Me hizo gracia oír el concepto de estrés solidario en una tertulia la semana que me compré el CD de la Marató de TV 3 y contribuí al Recapte d’aliments. 
 

Llamadme naïf pero considero, radicalmente, que debería ser el Estado quien proveyera todo tipo de asistencia, en un sentido vasto y vía un auténtico sistema fiscal progresivo. Viviendo en España como para suicidarse, vamos.

Momento: 

Fresh and pinks.

Tras dos horas inmerso en una intemperie salvaje y húmeda que rozaba los cero grados aparecieron ellas, fresquitas y rosas, de un chalet próximo a la línea de salida. 

Era en Boston y faltaban poco más de 2h3’2” para que Geoffrey Mutai rompiera la pana con su WR. 

Formaban parte, ellas, de un cuasi lobby en el mundo solidario.Las que recaudan dinero para donarlo a la investigación sobre el cáncer de mama. 
Averigüé que además era una vía para correr en Boston sin marca mínima y también una forma altruista de sentirse parte de un grupo que prepara un objetivo admirable socialmente –ahí donde se reconozca la meritocracia-. Lo cual redunda en una mayor cantidad de dinero conseguida.

Sr Pucurull, sabio.

Realidad:

Reflexiones estas que me generan, junto a mis contradicciones, la necesidad de dar a conocer una iniciativa que ha puesto en marcha el señor Pucurull, un hombre sabio que este año correrá la maratón de Barcelona para recaudar fondos para un hospital infantil donde también investigan sobre la enfermedad que sufre su nieto. Eneste enlace tenéis más información

Atléticamente la primera semana de tapering ha estado dominada por los bichos, una vez más. Derrame de mocos, fiebre vespertina, malestar general y dolor de cabeza. Un cuadro flamenco que no me apartó del asfalto pero que redujo la calidad a un solo tempo de 12 kms a 3’38” el sábado. Aún así, superé los 90.

Hoy, a 3 días del maratón, gordo, lento y poco atractivo, gozo de la tensión necesaria para afrontar mi objetivo con el respeto reverencial que la distancia se merece. Sí y sí lo daré todo, pagando la deuda conmigo mismo. Y ya se (me) lo cuento.

¡Saludos!