Como si Yuki Kawauchi hubiera asistido al famoso discurso de Steve Jobs en la ceremonia de graduación
de Stanford en el 2005, unió todos los puntos de su vida y ejecutó una obra de
arte venciendo en el maratón de Boston. A través del relato de su mentor, amigo
y mánager Brett Larner, exitoso autor del blog
Japan running news, observamos que no fue una victoria tan casual sino el fruto
de una gran estrategia. Lo he encontrado tan fantástico que he querido
resumirlo. Una lección magistral que muestra como los límites no son más que las
rejas de una celda imaginaria.
El principio de todo nos lleva a la Wesleyan University,
donde estudió Brett Larner y unas décadas antes el propio Bill Rodgers y Amby Burfoot, donde el espíritu del
maratón de Boston y sus 122 años de historia vagan poseyendo las almas de los
hijos de Massachussets.
Tras graduarse, Brett se estableció en Japón y en una
pista vecina a su casa se entrenaba un joven adolescente llamado Yuki.
Enseguida vio que este tenía un carácter singular aunque no destacara como un
gran atleta. Años después y creando su propia aproximación al maratón
–rompiendo con valentía las arraigadas tradiciones japonesas- Yuki quedó 3º en
Tokio con 2h8’ y le pidió ayuda a Brett para salir a correr sus maratones por
el mundo. En su CV un detalle no ligero. Su 3r puesto en el segmento en bajada
del mítico Hakone Ekiden. El evento que cada 2 y
3 de enero reúne a más de 40 millones de japoneses frente al TV y a 3 millones
en las calles.
El BAA llevaba ya 2 años insistiendo en que Yuki corriera
su maratón y en el 2017, a pesar de que no pudo asistir por coincidir con su
trabajo, invitaron a Brett. En el palco de Fenway Park, el mítico estadio de
los Red Sox, varios históricos del maratón liderados por Boston Bill grabaron
un video donde le pedían que acudiera a la edición del 2018 ya que eran grandes
fans suyos. Se lo mandaron vía watts y a los 90’ Yuki había dado una respuesta
afirmativa.
Quedaba un año de trabajo.
Quedaba un año de trabajo.
Las conversaciones siguieron y acordaron que Yuki
viajaría a finales de diciembre del 2017 a Boston. Aprovecharía para reconocer
el circuito y correría el 1/1 un maratón cerca de Boston. Los días 30 y 31 de
diciembre entrenó los primeros 25 kms del maratón de Boston y el primer día del
2018 corrió en solitario en 2h18, batiendo su récord mundial de maratones sub
2h20, con una temperatura de -23 grados centígrados. Esa noche le invitaron a
cenar esas grandes leyendas de Boston como Bill Rodgers y Jack Fultz, el
ganador en 1976 de la edición más calurosa de la historia. Bill le explicó que
en 1979 Toshihiko Seko –un mito viviente en Japón, aún hoy- estaba mucho más
fuerte que él pero que no conocer el circuito le supuso la derrota. Como
anécdota destacar que la última victoria en Boston de un japonés, antes del
triunfo de Yuki, fue en 1987 por T. Seko, curiosamente un mes después de que
naciera nuestro héroe.
De la experiencia sacó diversas conclusiones. La primera
era que tenía que desempolvar los viejos entrenamientos para el segmento de
bajada del Hakone Ekiden. También quería probar otra estrategia interesante:
salir en modo suicida en un circuito rompepiernas. El 18/3 corrió otro maratón
extremo, este por el calor y la humedad, en Taiwan, donde la puso en práctica y
con éxito. En otro maratón, Hofu,
practicó el negative Split. Correr la 2ª media mucho más rápida que la 1ª.
Llegaba a Boston con los deberes hechos.
Con respecto a sus rivales, estos se concentraban en un
solo nombre: Galen Rupp. Su táctica era conocida, ir lo más tranquilo posible
hasta el 32-35 y ponerse en 2’45”. Era necesario desgastarlo mucho antes.
Llegó a Boston el jueves. Ese día y también el viernes y
el sábado –atención al tapering- corrió la 2ª media para dominar el circuito.
Como anécdota, Yuki se negó a hacerse una selfie con Galen el sábado por la
tarde. El lunes en el pódium, dijo. Este era su nivel de confianza. Y aumentaba
al mismo tiempo que empeoraba el tiempo.
Cuando se despedían porque Yuki se iba hacia la salida,
Brett le dijo: No hay nadie aquí más fuerte que tú. Sé listo. Sé duro. Sin
miedo. Hoy es el día para el cual naciste.
¿Cómo ganar a atletas que son mucho más rápidos que tú?
Con alguna acción inesperada que les saque de su zona de confort. Entra en su
mente y provoca que cometan errores. 2’39” el primer km, ritmo de 2h7’ en el km
cinco. La visión convencional dice que quien sale rápido en Boston no puede
ganar. Yuki se ha pasado toda su vida rompiendo las tradiciones. Haz que salgan
a 2’39” y no ganarán. El pelotón se habrá reducido y habrás generado ansiedad
en aquellos convencidos que salir tan rápido es la puerta al desastre. Perderán
confianza y enfoque. Ali vs Foreman.
Tras pasar el km 5 se dejó atrapar y se puso a cola del
grupo para recuperarse.
Breaking Rupp.
Se trataba de mantener un ritmo alto para evitar que
conservara energía en un día muy frío. De ahí que cuando veía que el ritmo era
lento lanzara ataques mantenidos y constantes. En el 28 se retiraba Galen
–quien correrá en Praga el primer fin de semana de mayo-. Del grupo Yuki solo
respondía a los ataques de G.Kirui, ganador del año anterior, consiguiendo ponerle
nervioso hasta que este atacó con fuerza en medio de las Newton Hills. Yuki
sospechaba que el ataque era demasiado pronto y demasiado fuerte así que
decidió quedarse con Shadrack Biwott hasta acabar la Heartbreak Hill. Lleva 3
días entrenando este tramo, está probada su resistencia al frio y siempre acaba
muy fuerte los maratones, siendo, de hecho, de los más rápidos en los últimos
2,195 kms.
La gloria será suya aunque casi no se dé cuenta. Con el
frio, la lluvia, la intensidad…no ve como avanza a Kirui –le ha recortado 90”
en 5k- y no es hasta que faltan 200m, al desviarle hacia la derecha, cuando
sospecha que va el primero, casi sin tiempo de saborear esos últimos metros.
Fue la ejecución de un maestro en su arte en el clímax de
sus capacidades atléticas.
¡Saludos!
Yuki recibido en Narita |
PD: con el premio en metálico de Boston y sus
perspectivas financieras en auge, ha decidido profesionalizarse y dedicarse al
máximo nivel los próximos años. Le deseamos lo mejor a nuestro ídolo
picapedrero.
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