Declaro oficialmente el 16 de abril como el Día mundial
de los Picapedreros…porque de ellos será el Reino de los Cielos. 48h después,
aún recuperándome del shock tras ver un espectáculo épico que culminó -esa puta
guinda del pastel- con una doble justicia poética que nos redime ante tanta
inmundicia vital.
Creía insuperable el 2014 cuando Meb cruzó primero en
Boylston Street tras una persecución agónica en la edición posterior al
atentado terrorista -mis saludos a Llarena- pero se superó.
3h antes de salir...debió ser muy duro |
Como cada lunes posterior al 3r domingo de abril,
Patriot’s day, el iPad y el móvil, la hermandad kalenjin y la libertaria del
ATE estábamos pendientes de otra edición, la 122, del mítico, el más grande
maratón del mundo, Boston. Boston strong.
La primavera en Nueva Inglaterra es caprichosa y la
franja climática puede llegar a oscilar entre los 5 bajo cero y los 36 grados,
con todo tipo de vientos. Recuerdo en el 2012, la segunda edición más cálida de
la historia, cómo la semana previa íbamos recibiendo avisos de la evolución de
la previsión meteorológica hasta que el día anterior a la carrera nos
informaron del peligro que supondría correr a 33 grados, animándonos a no participar
si no lo teníamos muy claro y reservándonos un dorsal para la edición
siguiente.
Primeros errores...con el textil |
Esta edición me ponía especialmente palote. El duro
trabajo de los diversos grupos de entrenamiento norteamericanos –redondeamos la
justicia poética, el primer grupo que se formó fue el de los hermanos Hanson,
el Hanson-Brooks Distance Project, el equipo de Desi- les había equiparado a
los mejores atletas africanos. Sobre todo en mujeres, con Jordan Hasay (2h20 en
Chicago), Shalane Flanagan tras su victoria en NY, Molly Huddle (1h7’ en media
en enero) y Desi Linden, quien en el 2011 se quedó a 2” de la victoria y una de
mis favoritas por su personalidad, carácter e inteligencia. Recuperándose de
Tokio se quedaba Amy Hastings con 2h21’.
En chicos Galen Rupp llegaba pletórico con su sub 60’ en
la media de Roma y su victoria otoñal en Chicago tras correr del 35 al 42 a un
ritmo de 2’45”/2’50”.
¡Dales caña Yuki! |
No seguí mucho la previsión del tiempo así que me
encontré el lunes con fuertes lluvias, viento de cara –el recorrido es de oeste
a este- y menos un grado centígrado. Y lo primero que pensé fue en los
populares, que llegan 3h antes de la salida a un descampado, eso sí con cafés,
donuts y lo que quieras pero a la intemperie, que las carpas no tienen paredes.
Comenzaba tu muerte lenta si no habías sido previsor antes de hacer un solo
metro.
Ambas carreras fueron por eliminación. Nunca mejor dicho
porqué hasta 25 pros abandonaron por episodios de hipotermia y de los que
llegaron conocieron el infierno como Molly Huddle quien pasó del km 39 al 42 de
la posición 4ª a la 16ª, perdiendo incluso parcialmente la visión. Agonía en
estado puro. Generalmente, aunque lleves 30 años entrenando, cuando te
enfrentas a situaciones nuevas cometes errores de principiante y el lunes fue
un día para cometer muchos errores con respecto a la equipación con la que
competir. No era día para camisetas imperio y manguitos excepto que seas un
súper onvre. Un samurái.
OMG |
Decía Bill Rodgers que en sus cuatro victorias en Boston
siempre se había sentido mal físicamente hasta llegar a las Newton Hills, las 4
subidas que van del km 22 al 32 que culminan con la mítica Heartbreak Hill, la
pendiente de 800m tras la cual ya enfilas los últimos y planos 10k camino de la
meta. Quizás por eso siempre se me ha atragantado Boston, he llegado bien a las
cuestas y he salido de ellas muerto.
Igual que a Bill le pasó a Desi. Llegó tan mal que había
decidido retirarse y antes de abandonar, ¿por qué no ayudar? Se ofreció a Shalane
y la devolvió al grupo cuando esta se detuvo en un baño. Después, al ver que la
etíope Daska se había escapado se puso a tirar del grupo para que Molly Huddle
recuperara sus opciones de victoria. Y al llegar a Heartbreak Hill se dio
cuenta que iba 3ª, que la etíope estaba finita y que la keniata Chesir, quien
era su única acompañante, no la podía seguir. Las pasó y se fue en busca de un
sueño hecho de realidad, de picar piedra año tras año en los duros inviernos de
Michigan. E hizo Historia. Y detrás de ella cuatro atletas con trabajos de
40h/semana si no más…dos enfermeras, una profesora y una dietista. Incluso esta,
al no haber salido con la élite si no con el pueblo llano no tiene derecho a
los 15.000$ del 5º puesto (esperemos que el BAA se ponga las pilas y se los
abone). Y si hay que hacer un Verkami, se hace.
He visto ganar a Desi, he vivido una vida plena |
Y en hombres de verdad lo que parecía imposible se
convirtió en realidad. Nuestro Kawauchi ganó en Boston porqué los Dioses
escucharon nuestros cánticos y pregarias. Con 5 grados bajo cero y vientos
frontales de 50 kph nuestro kamikaze se marcó un 2’39” de salida, puso mil
veces en fila al grupo y cuando analizábamos la previsible victoria de Kirui a
través de su zancada en solitario a falta de 1 milla le vimos diluirse en ritmos
de 5’/km y superiores al tiempo que una sombra suicida aparecía del fondo a 3’10”/3’15”
fulminándolo mientras enfocaba una meta que desconocía que iba a cruzar
primero. Y sí, ganó con toda la lógica. Con 77 maratones sub 2h20’ –¡habiendo ganado
el 1 de enero un maratón cerca de Boston a 23 bajo cero!- nadie pude discutir
que es un tipo duro que corre al límite en cada competición y que ha sido
premiado con la victoria más grande, justo 31 años después de la última
victoria japonesa. Justo el año que nació Yuki.
23 bajo cero, WTF! |
2 comentaris:
Una delícia poder llegir una crònica escrita des del cor.
Ferran, Sabía que no nos ibas a defraudar!!
Soy fan y seguidor de Kawauchi desde tu primer post sobre él hace ya algunos años!!
Cuando pocos le conocían...
Qué gusto leer esta crónica de la maratón (o el maratón) de Boston.
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