Pasan los 3’ volando y debo hacer un 10k a 3’45”. No
sería un entreno excesivo si no fuera porqué acabo de finalizar 10 series de
mil a 3’35” recuperando un minuto. Siento más la presión psicológica que la
física, que ya es. Y decido correr sin mirar en ningún momento mi Garmin. Lo
consigo, 3’47”, pero ha habido momentos en los que quería llorar. Una vez más
pienso que el mérito está más en aguantar la presión de los entrenamientos, día
a día, semana a semana, que en el esfuerzo físicoen sí. Días en los que
cuadrarlo todo resulta agotador y estresante. Visualizo Comrades, analizo el
porqué de mi obsesión y sigo adelante.
Llevo 3 meses entrenando entre 120 y 140 kms semanales
con dos sesiones de calidad y una tirada larga. Acumulo varias de 35 y una de
40. He llegado a un punto en el que 20k son un rodaje regenerativo.
A Luís del Águila le admiraba y seguía desde hacía
tiempo. Tras leerle una de sus múltiples y brillantes publicaciones decido
–estamos en el verano del 2016- entrenar con él la fuerza a través del
revolucionario método de la activación neuromuscular. No pude elegir mejor, a
los pocos meses me han desaparecido mis típicas molestias de psoas, abductores…y
mi zancada ahora es fluida y alegre. Y el pasado enero, tras ver su éxito
preparando al subcampeón del mundo de 100k M45 (y absoluto de España),
comenzamos a trabajar juntos. Y yo que pensaba que entrenaba duro…
Con 50 años uno no se puede –ni debe- engañar con
respecto al paso del tiempo. Gil de Biedma ya nos advirtió que la vida iba
en serio, pero como tantos, comencé a comprenderlo demasiado tarde. Así que si
me quedan dos o tres años en los que aún puedo exprimirme al máximo –entrenar y
cuidarse es otra cosa, aquí estaré siempre, hasta caer rendido y satisfecho con
la vida que he llevado- voy a por todas.
¡Saludos!
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