The winners. Evasión y victoria. |
Me comenta que le han comentado que incluso han
llegado a telefonear a su abuela, ¡tres veces!, para que corra con tal equipo en
Santes Creus. Era el mundial y la gente buscaba reforzarse y por ello se entiende.
Yo mismo fui un testigo desnudo, en la ducha y tras unas dolorosas series del fichaje
de un galáctico y no hubo pastillas de jabón deslizándose por el suelo. Lo
prometo. La semana previa, hace ocho días, la presión iba en aumento. Los
grupos de wattsapp pasaban en enloquecidos intervalos del silencio monacal, de
clausura, al ruido estremecedor que puedas sentir una mañana de domingo de
agosto al lado del altavoz de un after hours perdido en medio de los Monegros,
colapsándose los móviles.
Nuestro equipo mixto. Subía la media de belleza interior y exterior. |
Y eso eran los nervios. Las hojas de Excel
volaban de nube en nube acechando el orden de los participantes y quiénes eran
estos. Actualización cuántica, inmediata. Se hablaba de keniatas. De medallas
olímpicas. De resultados ya escritos. Que si era el destino. No se podía salir
a entrenar, oigan, sin que a la mínima fueras interceptado e interrogado en la búsqueda
constante del Santo Grial con sesiones copiadas de Abu Ghraib. Quizás de Afganistán. Deseos de polígrafos.
Lucha épica. Yo soy aquel. |
Yo mismo llegué a informar a un amigo de los
cambios que había experimentado la alineación de su equipo, tal era la
ceremonia de la confusión. Había terror en el hipermercado si veías a un tipo
fino y horror en el ultramarinos. Hasta Julio Iglesias metió mano al asunto. Y
se entiende, era la final del verdadero mundial. Del campeonato mundial del Camp
de Tarragona de Ekiden. Y como ya expliqué aquí, en el Ekiden mandan los
sentimientos.
Julio lo sabía. |
Nosotros a lo nuestro. Un año atrás fui testigo
por lesión y le tenía muchas ganas. Tantas que a cinco semanas vista comenzamos
la preparación específica. Física, ambiental y psicológica. Calidad con
desnivel que vieron romperse en mil pedazos los récords del Boston Simulator y
del Llorito. Calidad bajo el sol. Cohesión grupal. Liderazgo colectivo. Y
estábamos fuertes, muy fuertes. Tops y pecholobismo descubierto que hubiera
sido la misma envidia del Oregon Training Group (Salazar) si nos hubiésemos
cruzado (con Rupp, Farah y Hasay, un poner). El día a día fue la recompensa.
Fucking Lloritos pensaba alguno...atención a la paparazzi |
Y llegó. Y el día fue muy grande. Un espíritu de
hermandad (ya vivido, en parte) de hombres y mujeres se apoderó del duro y
revirado circuito y unos y otros nos animamos sin cesar a lo largo de 3 mágicas
horas. Luchamos como fieras, dimos todos lo mejor de nosotros mismos e
independientemente del resultado nos felicitamos al acabar. Todos sabíamos
cuánto había sufrido el otro, que aquí no hay piscinas, ostias.
Incluso la luna se emocionó poniéndose de
nuestra parte, circular y brillante. Nos lo habíamos ganado(todos). Picar piedra
puede ser algo maravilloso.
Se agota la temporada (aún no del todo…L’Espluga)
y septiembre nos espera en una hermandad maratoniana (y mediomaratoniana)
interclubs que hará las delicias de aquellos que osen abrazarla.
Somos monjes.
Somos guerreros. Somos atletas.
¡Saludos!
3 comentaris:
Para estar tan fino eres muy grande Ferrán!!!
Enhorabuena una vez más ;)
Qué derroche de optimismo y felicidad!! Veo que estás (estáis) fuertes, fuertes.
En septiembre intentaré buscar un club (quizás Cornellà), porque veo que los entrenos y los piques juntos dan sus frutos!!
Sigue así Ferran,
Abrazos,
Dennis.
Gracias Enrique!
Dennis, te lo recomiendo! Entrenar en grupo, sobretodo calidad, te lleva la nivel siguiente (o al otro!).
Un fuerte abrazo chicos!
Publica un comentari a l'entrada