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¡Motherfuckers! |
Corre una leyenda urbana, potencial certeza,
de que Lehman Sisters nunca habría hecho default, palabro que tanto se usa ahora. La
toma de decisiones, la visión del mundo desde una óptica femenina en definitiva,
no es igual sino sensiblemente mejor en aras del bien común. Y aunque hayan
sido unos fulanos, cínicos cabrones, cocainómanos puteros (Inside job),
sensiblemente insensibles, lloricas a deshoras (generalmente tras eyacular a
los 10”, si con suerte ha habido erección y en los 59’ que les quedan por la
compañía de pago) y egocéntricos equivocados quienes han protagonizado la
primera parte de esta gran recesión, de esta gran estafa que las clases medias
de occidente estamos sufriendo (cura de humildad, también) en manos de los
señores (neo)feudales del capital y de una clase política con unos niveles de
mediocridad difícilmente superables (¿otros vendrán?), no me estoy refiriendo exclusivamente
a un género sino más bien a una actitud con algo de hormonal, algo de genética
y un resto de (no) principios que lo traspasa, aunque mayoritariamente sea
masculino.
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Oro y plata y ya se las ve: muertas |
En eso pensaba cuando un artículo de la revista
Running Times (excelente revista y mejor web) me sorprendía desvelándome
una historia contada por hombres y que tenía por cierta y evidente. Si sois un
poco aficionados al atletismo y a los JJOO os sonará la historia. Tras incluir
a las mujeres en el atletismo (debido a la gran presión ejercida sobre el
Comité Olímpico Internacional por el importante movimiento feminista de los
años 20, que llegó a crear unos Women’s Olympic Games), se definieron los 800
metros como la prueba más larga que podían disputar. Contaron las crónicas que
la carrera fue una auténtica tortura, retirándose 6 de las participantes y
colapsándose otras 5 tras cruzar poco menos que muertas, la meta. Grave
consecuencia de tal esfuerzo fue la pérdida de su capacidad reproductiva así
como de su identidad sexual, ahí es nada. Como resultado, 32 años sin distancia
superior a los 400 metros. Hasta 1960 no se volvieron a disputar las dos
vueltas a la pista. Pero la verdad fue otra y la carga de la prueba
irrefutable: su visionado más la lectura entre líneas de las crónicas de la
prueba. No fueron once sino nueve las finalistas, quienes el día anterior se
habían clasificado en unas semifinales que dejaron atrás a 16 corredoras. No
hubo colapso alguno, a pesar de ser un día caluroso sino al contrario. Las 3
primeras batieron el anterior récord mundial y sí, una atleta se cayó tras un
agónico sprint como tantas veces ha pasado y pasará. Las imágenes tras meta os
pueden recordar a cualquiera de vosotros: cuerpo doblado, manos en los cuádriceps,
mirada perdida. Por suerte todo quedó atrás, llegando la maratón, la pértiga y
los obstáculos.
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Ken Souza, sucumbió a la laca. |
Solo nos queda la natación sincronizada masculina por qué a Ken
Souza, ya lo tuvimos.
Personalmente, tras el Campeonato de Catalunya
tocaba seguir manejando con la máxima gracia posible dosis de carga y dosis de
regeneración. Y ya a 11 días del de España, aumentar los ritmos, perder los miedos
y recuperar más. Así cayeron martes con cuestas de 500m, miércoles con 2 x 5 x
400m a 1’12” de promedio y un gran viernes, lujosamente ayudado por mi
compañero Sergi Hidalgo, que me llevó a hacer 5 miles entre 3’3” y 3’10”. Lo
cerré el domingo con un rodaje progresivo en el que por momentos me sumergí en
Eldoret y me vi rodeado de keniatas, un poco blancos eso sí, pero fibrados y
resistentes como los que más. Joder que bien me lo paso en el camino.
¡Saludos!