I survived to Behòvia 2009

divendres, 27 d’abril del 2018

El relato de Yuki a través de Brett.


Como si Yuki Kawauchi hubiera asistido al famoso discurso de Steve Jobs en la ceremonia de graduación de Stanford en el 2005, unió todos los puntos de su vida y ejecutó una obra de arte venciendo en el maratón de Boston. A través del relato de su mentor, amigo y mánager Brett Larner, exitoso autor del blog Japan running news, observamos que no fue una victoria tan casual sino el fruto de una gran estrategia. Lo he encontrado tan fantástico que he querido resumirlo. Una lección magistral que muestra como los límites no son más que las rejas de una celda imaginaria.
El principio de todo nos lleva a la Wesleyan University, donde estudió Brett Larner y unas décadas antes el propio Bill Rodgers y Amby Burfoot, donde el espíritu del maratón de Boston y sus 122 años de historia vagan poseyendo las almas de los hijos de Massachussets.
Tras graduarse, Brett se estableció en Japón y en una pista vecina a su casa se entrenaba un joven adolescente llamado Yuki. Enseguida vio que este tenía un carácter singular aunque no destacara como un gran atleta. Años después y creando su propia aproximación al maratón –rompiendo con valentía las arraigadas tradiciones japonesas- Yuki quedó 3º en Tokio con 2h8’ y le pidió ayuda a Brett para salir a correr sus maratones por el mundo. En su CV un detalle no ligero. Su 3r puesto en el segmento en bajada del mítico Hakone Ekiden. El evento que cada 2 y 3 de enero reúne a más de 40 millones de japoneses frente al TV y a 3 millones en las calles.
El BAA llevaba ya 2 años insistiendo en que Yuki corriera su maratón y en el 2017, a pesar de que no pudo asistir por coincidir con su trabajo, invitaron a Brett. En el palco de Fenway Park, el mítico estadio de los Red Sox, varios históricos del maratón liderados por Boston Bill grabaron un video donde le pedían que acudiera a la edición del 2018 ya que eran grandes fans suyos. Se lo mandaron vía watts y a los 90’ Yuki había dado una respuesta afirmativa. 
Quedaba un año de trabajo.
Las conversaciones siguieron y acordaron que Yuki viajaría a finales de diciembre del 2017 a Boston. Aprovecharía para reconocer el circuito y correría el 1/1 un maratón cerca de Boston. Los días 30 y 31 de diciembre entrenó los primeros 25 kms del maratón de Boston y el primer día del 2018 corrió en solitario en 2h18, batiendo su récord mundial de maratones sub 2h20, con una temperatura de -23 grados centígrados. Esa noche le invitaron a cenar esas grandes leyendas de Boston como Bill Rodgers y Jack Fultz, el ganador en 1976 de la edición más calurosa de la historia. Bill le explicó que en 1979 Toshihiko Seko –un mito viviente en Japón, aún hoy- estaba mucho más fuerte que él pero que no conocer el circuito le supuso la derrota. Como anécdota destacar que la última victoria en Boston de un japonés, antes del triunfo de Yuki, fue en 1987 por T. Seko, curiosamente un mes después de que naciera nuestro héroe.
De la experiencia sacó diversas conclusiones. La primera era que tenía que desempolvar los viejos entrenamientos para el segmento de bajada del Hakone Ekiden. También quería probar otra estrategia interesante: salir en modo suicida en un circuito rompepiernas. El 18/3 corrió otro maratón extremo, este por el calor y la humedad, en Taiwan, donde la puso en práctica y con éxito.  En otro maratón, Hofu, practicó el negative Split. Correr la 2ª media mucho más rápida que la 1ª. Llegaba a Boston con los deberes hechos.
Con respecto a sus rivales, estos se concentraban en un solo nombre: Galen Rupp. Su táctica era conocida, ir lo más tranquilo posible hasta el 32-35 y ponerse en 2’45”. Era necesario desgastarlo mucho antes.
Llegó a Boston el jueves. Ese día y también el viernes y el sábado –atención al tapering- corrió la 2ª media para dominar el circuito. Como anécdota, Yuki se negó a hacerse una selfie con Galen el sábado por la tarde. El lunes en el pódium, dijo. Este era su nivel de confianza. Y aumentaba al mismo tiempo que empeoraba el tiempo.
Cuando se despedían porque Yuki se iba hacia la salida, Brett le dijo: No hay nadie aquí más fuerte que tú. Sé listo. Sé duro. Sin miedo. Hoy es el día para el cual naciste.
¿Cómo ganar a atletas que son mucho más rápidos que tú? Con alguna acción inesperada que les saque de su zona de confort. Entra en su mente y provoca que cometan errores. 2’39” el primer km, ritmo de 2h7’ en el km cinco. La visión convencional dice que quien sale rápido en Boston no puede ganar. Yuki se ha pasado toda su vida rompiendo las tradiciones. Haz que salgan a 2’39” y no ganarán. El pelotón se habrá reducido y habrás generado ansiedad en aquellos convencidos que salir tan rápido es la puerta al desastre. Perderán confianza y enfoque. Ali vs Foreman.
Tras pasar el km 5 se dejó atrapar y se puso a cola del grupo para recuperarse.
Breaking Rupp.
Se trataba de mantener un ritmo alto para evitar que conservara energía en un día muy frío. De ahí que cuando veía que el ritmo era lento lanzara ataques mantenidos y constantes. En el 28 se retiraba Galen –quien correrá en Praga el primer fin de semana de mayo-. Del grupo Yuki solo respondía a los ataques de G.Kirui, ganador del año anterior, consiguiendo ponerle nervioso hasta que este atacó con fuerza en medio de las Newton Hills. Yuki sospechaba que el ataque era demasiado pronto y demasiado fuerte así que decidió quedarse con Shadrack Biwott hasta acabar la Heartbreak Hill. Lleva 3 días entrenando este tramo, está probada su resistencia al frio y siempre acaba muy fuerte los maratones, siendo, de hecho, de los más rápidos en los últimos 2,195 kms.
La gloria será suya aunque casi no se dé cuenta. Con el frio, la lluvia, la intensidad…no ve como avanza a Kirui –le ha recortado 90” en 5k- y no es hasta que faltan 200m, al desviarle hacia la derecha, cuando sospecha que va el primero, casi sin tiempo de saborear esos últimos metros.
Fue la ejecución de un maestro en su arte en el clímax de sus capacidades atléticas.

¡Saludos!
Yuki recibido en Narita
PD: con el premio en metálico de Boston y sus perspectivas financieras en auge, ha decidido profesionalizarse y dedicarse al máximo nivel los próximos años. Le deseamos lo mejor a nuestro ídolo picapedrero.

divendres, 20 d’abril del 2018

Boston 2018. El año de los picapedreros.

Declaro oficialmente el 16 de abril como el Día mundial de los Picapedreros…porque de ellos será el Reino de los Cielos. 48h después, aún recuperándome del shock tras ver un espectáculo épico que culminó -esa puta guinda del pastel- con una doble justicia poética que nos redime ante tanta inmundicia vital.

Creía insuperable el 2014 cuando Meb cruzó primero en Boylston Street tras una persecución agónica en la edición posterior al atentado terrorista -mis saludos a Llarena- pero se superó.

3h antes de salir...debió ser muy duro
Como cada lunes posterior al 3r domingo de abril, Patriot’s day, el iPad y el móvil, la hermandad kalenjin y la libertaria del ATE estábamos pendientes de otra edición, la 122, del mítico, el más grande maratón del mundo, Boston. Boston strong.
  


La primavera en Nueva Inglaterra es caprichosa y la franja climática puede llegar a oscilar entre los 5 bajo cero y los 36 grados, con todo tipo de vientos. Recuerdo en el 2012, la segunda edición más cálida de la historia, cómo la semana previa íbamos recibiendo avisos de la evolución de la previsión meteorológica hasta que el día anterior a la carrera nos informaron del peligro que supondría correr a 33 grados, animándonos a no participar si no lo teníamos muy claro y reservándonos un dorsal para la edición siguiente.

Primeros errores...con el textil


Esta edición me ponía especialmente palote. El duro trabajo de los diversos grupos de entrenamiento norteamericanos –redondeamos la justicia poética, el primer grupo que se formó fue el de los hermanos Hanson, el Hanson-Brooks Distance Project, el equipo de Desi- les había equiparado a los mejores atletas africanos. Sobre todo en mujeres, con Jordan Hasay (2h20 en Chicago), Shalane Flanagan tras su victoria en NY, Molly Huddle (1h7’ en media en enero) y Desi Linden, quien en el 2011 se quedó a 2” de la victoria y una de mis favoritas por su personalidad, carácter e inteligencia. Recuperándose de Tokio se quedaba Amy Hastings con 2h21’.
En chicos Galen Rupp llegaba pletórico con su sub 60’ en la media de Roma y su victoria otoñal en Chicago tras correr del 35 al 42 a un ritmo de 2’45”/2’50”.

¡Dales caña Yuki!


No seguí mucho la previsión del tiempo así que me encontré el lunes con fuertes lluvias, viento de cara –el recorrido es de oeste a este- y menos un grado centígrado. Y lo primero que pensé fue en los populares, que llegan 3h antes de la salida a un descampado, eso sí con cafés, donuts y lo que quieras pero a la intemperie, que las carpas no tienen paredes. Comenzaba tu muerte lenta si no habías sido previsor antes de hacer un solo metro.
Ambas carreras fueron por eliminación. Nunca mejor dicho porqué hasta 25 pros abandonaron por episodios de hipotermia y de los que llegaron conocieron el infierno como Molly Huddle quien pasó del km 39 al 42 de la posición 4ª a la 16ª, perdiendo incluso parcialmente la visión. Agonía en estado puro. Generalmente, aunque lleves 30 años entrenando, cuando te enfrentas a situaciones nuevas cometes errores de principiante y el lunes fue un día para cometer muchos errores con respecto a la equipación con la que competir. No era día para camisetas imperio y manguitos excepto que seas un súper onvre. Un samurái.

OMG


Decía Bill Rodgers que en sus cuatro victorias en Boston siempre se había sentido mal físicamente hasta llegar a las Newton Hills, las 4 subidas que van del km 22 al 32 que culminan con la mítica Heartbreak Hill, la pendiente de 800m tras la cual ya enfilas los últimos y planos 10k camino de la meta. Quizás por eso siempre se me ha atragantado Boston, he llegado bien a las cuestas y he salido de ellas muerto.


Igual que a Bill le pasó a Desi. Llegó tan mal que había decidido retirarse y antes de abandonar, ¿por qué no ayudar? Se ofreció a Shalane y la devolvió al grupo cuando esta se detuvo en un baño. Después, al ver que la etíope Daska se había escapado se puso a tirar del grupo para que Molly Huddle recuperara sus opciones de victoria. Y al llegar a Heartbreak Hill se dio cuenta que iba 3ª, que la etíope estaba finita y que la keniata Chesir, quien era su única acompañante, no la podía seguir. Las pasó y se fue en busca de un sueño hecho de realidad, de picar piedra año tras año en los duros inviernos de Michigan. E hizo Historia. Y detrás de ella cuatro atletas con trabajos de 40h/semana si no más…dos enfermeras, una profesora y una dietista. Incluso esta, al no haber salido con la élite si no con el pueblo llano no tiene derecho a los 15.000$ del 5º puesto (esperemos que el BAA se ponga las pilas y se los abone). Y si hay que hacer un Verkami, se hace.

He visto ganar a Desi, he vivido una vida plena
Y en hombres de verdad lo que parecía imposible se convirtió en realidad. Nuestro Kawauchi ganó en Boston porqué los Dioses escucharon nuestros cánticos y pregarias. Con 5 grados bajo cero y vientos frontales de 50 kph nuestro kamikaze se marcó un 2’39” de salida, puso mil veces en fila al grupo y cuando analizábamos la previsible victoria de Kirui a través de su zancada en solitario a falta de 1 milla le vimos diluirse en ritmos de 5’/km y superiores al tiempo que una sombra suicida aparecía del fondo a 3’10”/3’15” fulminándolo mientras enfocaba una meta que desconocía que iba a cruzar primero. Y sí, ganó con toda la lógica. Con 77 maratones sub 2h20’ –¡habiendo ganado el 1 de enero un maratón cerca de Boston a 23 bajo cero!- nadie pude discutir que es un tipo duro que corre al límite en cada competición y que ha sido premiado con la victoria más grande, justo 31 años después de la última victoria japonesa. Justo el año que nació Yuki.


23 bajo cero, WTF!
¡Saludos!