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El libro. |
Una mañana de octubre de 1981 salí corriendo a la
hora del recreo para ir al quiosco a comprar El mundo deportivo y ver qué había
pasado en el maratón de NY. Y sí, contaban en un rincón del diario que mi
idolatrado Alberto Salazar había vuelto a ganar y ¡con récord del mundo!:
2h8’13”, rompiendo la vieja marca de Derek Clayton de 1969 (aunque
posteriormente se le anuló por faltar 150 metros al recorrido neoyorquino).
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Su debut y 1a victoria en NY. |
31 años después, hace unas semanas, zapeando me
encontré con la retransmisión de la madre de todos los meetings (se admiten
divergencias), el Prefontaine Classic en la track city de Eugene (Oregón) con un
Alberto Salazar a pié de pista y cronómetro en mano, estampa clásica donde las
haya, animando a Rupp y Farah, pupilos suyos, que tras una última vuelta de 54”
rompieron la barrera de los 13’.
Aunque a nivel de comunicación hoy todo sea más
fácil, obteniendo casi en tiempo real todo tipo de información de los avatares
de Salazar, antes no era así y durante muchos años no supimos nada de él. Así
que cuando vi en la feria del corredor de Boston su biografía me abalancé a
comprarla (y me arrepentiré de por vida de no haber ido a una conferencia que
daba en la biblioteca pública de Boston por estar con un tapering que no sirvió
de nada).
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NY 1982, con Rodolfo Gómez. |
Alberto Salazar nació en La Habana y su padre fue
un destacado revolucionario que luchó codo a codo con el Che y Castro. Tras no
compartir los devenires iniciales de la revolución se exilió meses después en
los EEUU, llegando a colaborar con la CIA en la interrumpida acción de Bahía Cochinos (aunque lo apartaran del frente temiendo que fuera un agente doble).
Ser hijo de un furibundo anticastrista, de fuerte carácter, le marcó
definitivamente y nos lo entregó a la causa del atletismo ya que era su válvula
de escape de un ambiente familiar que podríamos traducir como excesivamente
crispado. Curiosamente se asentaron, no en Miami, sino en Massachusetts y ahí
encontramos el segundo escalón que le llevaría a lo más alto. Con dieciséis
años, los veranos los dedicaba a entrenar y competir en aquellas iniciáticas carreras
herederas del primer running boom, el surgido del talento de corredores como
Frank Shorter, el mismo Prefontaine y del escritor de la primera biblia del
running: Jim Fixx (quien murió en 1984, a los 52 años, de un infarto mientras
corría). Pronto fue adoptado por el entorno de Bill Rodgers, unos años mayor y
a unos meses de comenzar su propio camino a la gloria con su primera victoria
en Boston en 1975 (tercer escalón, siendo espectador de la misma y viendo pasar
líder destacado a Bill, su compañero de entrenamientos, decidió ser algún día
el mejor maratoniano del mundo). Su dureza y su
talento le permitieron integrarse deportivamente en su nuevo grupo y del
entrenamiento estructurado surgió el mejor atleta júnior del mundo lo que le
dio el pase a la Universidad de Oregón, meca de todos los runneres. A
diferencia de otros atletas que priorizaban sus estudios, Alberto Salazar
siempre optó por el correr. Lo demás era secundario (aunque finalizó sus
estudios de márqueting). Maratoniano y en Oregón, su destino natural era firmar
con Nike, como así fue, comenzando una relación de amistad con su fundador Phil
Knight.
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Lopes, Bekele, Salazar, De Castella y Taca! |
Cada vez exigía más a su cuerpo, llegando a
triplicar en los veranos y con un volumen en sus mejores años de maratoniano
que superaba los 300 quilómetros semanales. Tal esfuerzo dañó su sistema
inmunitario y pasado el trienio glorioso de 1980-83 ya nunca se recuperó de sus
múltiples lesiones. Cuenta en el libro múltiples ejemplos de sus excesos, os
dejo uno sustancial. Tras haber ganado dos maratones de NY en 1980-81, quería
en las Olimpiadas de LA emular a Zatopek ganando los 10.000 y la maratón (el
5000, con Aouita, hubiera sido imposible). Dos años antes, en 1982, simuló la
proeza a dos semanas del maratón de Boston, corriendo un 10.000. Los detalles
son brutales: convence a Henry Rono para que le ayude a exigirse más; le recoge
en el aeropuerto y se lo encuentra borracho. Aun así, al día siguiente corre en
27’29” el keniata y en un segundo más Salazar. Dos semanas después, y series de
200m mediante, se pega la mítica paliza –en realidad, también acabó en el
hospital muchas otras veces, siempre lo daba todo- en Boston retratada en la
novela Duel in the sun. Ya no volvió a ser el mismo.
Retirado del running profesional, su primer
trabajo en Nike fue en los JJOO de Barcelona donde ejerció como acompañante del
cuatrocentista de Waco (Texas), Michael Johnson. Cordero, Salamanca, ¿recordáis?
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LA, 1984. JJOO. |
En 1994, con 35 años y tras un polémico
tratamiento con Prozac, resurge y tras prepararla durante unos meses, gana la
ultramaraton (90k) de Comrades en Sudáfrica. Otro momento crucial de su
biografía, que ahora que repaso debo sintetizar, es la debacle sufrida por el
maratón norteamericano de cara a los JJOO de Sidney, donde solo tuvieron un
representante masculino y otro femenino, ambos con mínima B. Comienza a
gestarse en su mente el Nike Oregon Project.
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Rupp, Salazar y Farah. |
En 1980 viajó a Kenia y lo que observó se le asemejó
a una revelación. Viendo qué significaba correr para los atletas africanos (la
posibilidad de salir de una vida mísera), cuál era su mochila al llegar a la
adolescencia (miles de quilómetros recorridos), la altitud y la dureza, la entrega
y el sacrificio con el que entrenaban sería muy difícil para un atleta
estadounidense (de cualquiera perteneciente al primer mundo, vaya) poder
ganarles sino disponía de todas las ayudas, éticas, posibles. Y con este
objetivo nació, con el apoyo íntimo del fundador de Nike, el NOP. Con su experiencia
personal (sobre todo para evitar que al entrenar traspasaran los límites como
él) y todas las ventajas competitivas que la técnica y la física pudiera darles.
Se labró una fama, sobre la cual ironiza, de ser un Dr Frankestein; trabajó con
Dan Browne (ganador de 2 San Silvestres en BCN), Alan Webb, y Kara Goucher
entre muchos otros y en el 2001, el profesor de EF de una escuela de Portland
le comentó que uno de sus futbolistas hacía series y series de 200m en 30” con
una facilidad pasmosa…era Galen Rupp, próxima medalla en los JJOO, creo que en
10.000 junto a su compañero de entrenamientos, Mo Farah. Quizás Bekele pille el
bronce.
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Coach Salazar. |
El 30 de junio del 2007, mientras andaba con Rupp,
se desplomó tras sufrir un ataque al corazón. Estuvo muerto clínicamente 14’,
otro récord del mundo. Pero tuvo la suerte de estar a 200 metros de dos de los
mejores especialistas en reanimación cardiopulmonar de Oregón, uno de ellos con
un desgraciado máster en Irak. Ello
minimizó sus secuelas al mantener el cerebro irrigado. Influenciado, yo, por
las lecturas sobre Ryan Hall, pensaba que Salazar atribuiría su recuperación a
un milagro pero no lo hace, se remite a la ciencia.
Libro ameno y con el que he disfrutado mucho,
llegando al mágico nivel de tener ganas de llegar a casa para sentarme y leer.
Os dejo con el vídeo de su no-récord en 1981 en NY. Fijaros el hombre de la
gorra que se desgañita detrás. Es Fred Lebow. Todos en pie.
¡Saludos!
PD: la foto en la que sale nuestro ilustre Taca (5º al final), Antonio Prieto, es del mundial de Gateshead 1983. La ví por TVE, qué tiempos aquellos.