I survived to Behòvia 2009

diumenge, 24 de gener del 2016

MCD 2016. A dream come true.

La MCD 2017 nos espera. Si me queréis, ¡apuntarse!


Ni la mejor marca personal, ni el subcampeonato absoluto de Catalunya de maratón, ni el 4º lugar, nada superó esta semana la agradable sensación de haber conseguido un objetivo tras haberle dedicado un esfuerzo supremo. Agradezco cualquier felicitación recibida, más aún los mensajes de ánimo de días anteriores pero esta vez, esta primera vez añadiría, experimento algo mucho más íntimo, fruto de un quizás absurdo diálogo conmigo mismo a lo largo de tantos pasos perdidos en los que mi otro yo, el que habita en mi subconsciente, se siente finalmente identificado con el muy real, motivado y consciente que ha acabado los 42 kilómetros. Santa Teresa sobre el asfalto.

Km 10. Todo por decidir.


Creía que tras mi MCD 2013 difícilmente volvería a correr una maratón casi perfecta porque siempre he pensado que, como los enamoramientos, éstas, las maratones perfectas, o casi, se pueden dar una o dos veces en la vida si tienes suerte. En la MCD 2014 sufrí demasiado y en BCN 2015 también. En ambas, en las tres de hecho, corrí en 2h39’ pero en las dos últimas demasiado dolor me acompañó demasiado tiempo y así, no.

Voladores con Mediterráneo al fondo.


Las dudas en las medias sembraron en parte el camino a este maratón y el razonamiento no era exagerado, si había corrido en Salou en hora dieciséis, ¿cómo iba a pasar en hora diecinueve y doblar? Pero había que tener fe y yo la tenía. Nunca había entrenado tanto y tan bien, nunca había hecho tantos quilómetros, nunca me había encontrado tan cómodo con ritmos de 3’45”/3’50”.

Periko comandando el tren


Acumulé cifras de récord personal que ya, ahora, me tientan para el 2017, pero todo llegará. Conseguí promedios que años atrás ni me habría atrevido a escribir sobre un papel al planificar mi temporada.

¿Quién dijo que un maratón es aburrido?
 En este periodo de picoypalismo también tuve mi entrenamiento fetiche, aquel día que superas tus expectativas y se convierte en la punta de lanza de la fuerza de la voluntad. Si en el 2012-13 fueron los 24 x 500 (acompañado de León, aquella master class), en el 2013-14 los 4 x5.000, los entrenacos del 2014-15  y en este 2015-16 aquel día en las pistas que tras 3 x2k a 3’22” me casqué 10 x 400 a 1’18” recuperando 40”.

Km 39, disfrutando del faro.


Definitivamente todo parecía ir bien así que lo mejor era enfocar la maratón desde el respeto pero sin miedo. Si no cometía locuras no deberían aparecer demasiados problemas. Además, siguiendo esta línea de positividad continua nuestro Comandante en Jefe, recuperado de su piramidal, apostaba por hacernos de liebre lo que suponía una inyección de Tranquimazin en vena para nuestro espíritu guerrero y algo tenso.

Km 42, ¡suba Torrente que nos vamos!
Curiosamente, el primer escollo era superar el día antes, el efecto somático (o no) del año anterior cuando tras desayunar tuve un largo día de vómitos y fiebre que provocaron mi abandono a los 15 kms el día de la carrera. Este año todo fluyó. Aunque estuviera en modo paranoico fui viendo a lo largo del sábado que los problemas no llegaban. El colofón fue la sesión que nos regaló la excelente organización al programar el documental Fiz, puro maratón con la asistencia del propio Martin. Fue un chute de emoción reviviendo una época memorable.

Tricampeona de maratón y multicampeona de espíritu


El día de la carrera las señales seguían siendo optimistas. Desayuné bien a las 5 AM, me dormí otra vez y a las 7 me ponía en modo maratón. Era un día hermoso para enfrentarse a los 42k. El más frío del invierno con 3 grados y sin viento. Seguían alineándose los Dioses.

Llegué a la carpa VIP muy relajado, calenté lo previsto, estiré, hice unos progresivos y sin darme cuenta escuchaba la cuenta atrás. Empezaba otra aventura.

Varias decisiones ya estaban tomadas de antemano. No llevaría Garmin, correría por sensaciones. Lo hice en el 2013 y lo repetiría ahora. Fue una gran decisión. Me ahorré cualquier especulación en carrera, alejé a los miedos, acaricié los riesgos, mantuve mi concentración. Tampoco tomaría geles ya que entrenando no lo había hecho y me había encontrado bien y, siendo viejuno, recordaba que antes, cuando lo más parecido a un gel era una pastilla de glucosa sacada de la 1ª temporada de Cuéntame, se corrían maratones y se corrían rápido y sin ná. Y mi única improvisación resultó un éxito. Me puse por primera vez en mi vida una crema calentadora en las piernas que me sentó de muerte.


Tantas horas, tantos kilómteros, sueños hechos realidad
 Disparo de salida y Camilo Santiago ya no estaba ahí. 29’17” en solitario, no hace falta decir nada más.
¡Recta final!


Veo a Periko y me pongo detrás. Somos un buen grupo (competimos los 10k, los 30k y los 42 juntos) y pasamos el km 1, el 2…3’42” oigo (y me confirmo que mejor sin gps). Giramos, vamos para el diez, el grupo mengua y pasamos por meta en 37’30” aproximadamente. Vamos bien y ahora empiezan los desniveles. Emoticono de Flamencas.

Llegada


Hay que tener mucha paciencia en general y en la maratón más. Callejeamos por TGN, subimos por su Rambla y encaramos el tramo de Vía Augusta cual gladiadores modernos que rinden homenaje a los espíritus de sus antecesores que descansan en el aledaño anfiteatro romano. Somos un grupo de 6 atletas y recogemos a dos más por el camino. Estoy en el punto que he soñado, despierto, en tantos entrenamientos, encarando una zona de desniveles, sube y baja continuo y en algún momento asomo por vez primera en cabeza del grupo. Estamos en el km 17/18, de vuelta a la ciudad y me asaltan mil alarmas. Las plantas de los pies comienzan a dormírseme y recuerdos negros del pasado acuden veloces. ¿Habré apretado demasiado el cordón? Dudo si parar pero ello significará quedarme solo y perder un minuto. Me arriesgo a seguir. Media maratón en 1h19’19” (aunque el tiempo no lo sepa hasta unas horas después). Últimos desniveles antes de volver a terreno llano. Estamos corriendo de verdad y se pierden unidades en el grupo. Cada hito kilométrico se ve anticipado por varios sonidos garmineros, campanadas celestiales que me confirman lo bien que he hecho de dejarlo en la mochila.

Llevamos 67 kms juntos en 2 maratones. Un honor.


Pasamos por meta otra vez, km 25, agradezco en silencio los múltiples ánimos recibidos y seguimos en progresión. Luego sabré que íbamos a 3’30”, pero en ese momento me vale con saber que llevo un ritmo que podré sobrellevar sin chocar con muro alguno. Running by feel. Seguimos cuatro y llevo ya un rato codo a codo tirando de las riendas del maratón. 32, 33, 34…esto es la ostia, los dolores han desaparecido ya hace un buen rato y sueño con llegar al 36. Los últimos 6 los habría diseñado yo en el mejor de mis sueños. Un faro, Mi faro. Y meta. Nos quedamos dos y se me va…me agarro a su estela. En estos momentos soy 5º de la general, seré 2º absoluto de Catalunya, no tengo ni idea de qué tiempo haré pero rozo el éxtasis teresiano. Veo a un corredor detenerse y reconozco su dolor. Ha sido valiente y ahora está sufriendo. Respeto. El sol se refleja en un mar de plata que no soy capaz de reconocer como una premonición. Pienso en Meb, en Mark Allen y en mí. En respirar bien, mantener una postura correcta, disfrutar al máximo de estos efímeros momentos que no sé cuándo volverán pero para los que tanto he trabajado. Dar gracias a los Dioses, perfectamente alineados, por estos momentos únicos que disfruto enormemente.

Nos citamos para Boston 2017, mismo grupo de edad


Como en todos los entrenamientos que he hecho en estas doce semanas, o catorce en realidad, no he sentido necesidad de tomar ningún gel. Tampoco ha habido muro alguno. Ambos datos me confirman que si uno conoce bien qué ritmo no debe ultrapasar en carrera y además se hacen suficientes kilómetros sin olvidar el gimnasio, se minimizan los riesgos que una prueba tan larga siempre entraña.
Acabo el faro y me voy hacia la meta, levanto el brazo imitando a Martin Fiz en Goteborg (1995). Cruzo la meta con 2h37’16”, mejorando marca por 2’ y 14”. Vivan los números pares.Emoticonos de corazones de colores.

Plenitud. Abrazos. Afecto. Gratitud. Lucha. Resiliencia.

¡Saludos!

PD 1: gracias, como siempre, a esos fotógrafos y fotográfas que te alegran múltiples instantes con la generosidad de sus imágenes.
PD 2: esta bonita historia está dedicada a mi compañera de viaje. Parte de esta alegría, es suya.