I survived to Behòvia 2009

dimecres, 23 de novembre del 2011

A grain of sand theory

Dos referentes: Albert i Marco Olmo
Ya solo creo en las (algunas) ideologías. No me creo nada, nunca, de aquellos que se postulan para liderar su aplicación. Tanto la historia en general, como la mía en particular (que ya comienza a ensancharse y en la que en este año que ahora finaliza he hecho un posgrado en miserias de la condición humana), me han convencido que los que buscan el bien común, los que tienen sentido de la responsabilidad y capacidad autocrítica son una especie en vía de extinción, una nano partícula, un ínfimo quark frente a las toneladas cúbicas de estulticia, narcisismo y, básicamente, estupidez barnizada de cinismo que nos domina. Es lo que pienso aunque quizás no tenga razón.
De ahí mi teoría de los granos de arena. Solo podemos luchar por llegar a ser un grano de arena, en el mejor de los casos. Pero tampoco es poco y dignifica una vida, la nuestra. Hay mil formas de ser un grano de arena y hoy voy a hablaros de mi compañero Albert Giné.

UTMB 2012: Jurek quedó atrás.

Es un joven corredor de montaña, ex-ciclista y cada día más, aventurero. Ultrafondista, vaya. Y con buen currículum. Además de haber ganado múltiples carreras de montaña (1º este año en el Trail de las dos caras del Aneto) ha completado con éxito la Maratón de Sables 2010: 43º; el UTMB del 2008 (61º) y la durísima edición de este año, donde quedó en 42ª posición. Más los dos trofeos que le acreditan como ganador de la única y primigenia carrera de aventura (y la más bonita del orbe) Cursa del Llop (lobo) en el 2009 y el 2010.
Pero siendo valioso su currículum más lo es su personalidad. Humilde, sacrificado y altruista son palabras que le definen perfectamente y desde ya hace tiempo cada aventura en la que se embarca la acompaña de un proyecto solidario (en junio recorrió más de 1.000 quilómetros por Catalunya a la par que recogía alimentos para el pueblo saharaui). Este próximo año su aventura volverá a ser la MDS y su proyecto solidario será para la Liga contra el cáncer. A través del micromecenazgo cada uno de nosotros puede contribuir a su causa. Os dejo aquí el enlace:
Yo voy a contribuir. ¿Y vosotros?
Ayer anunciaron más recortes, no solo de mi salario. Y lo que queda: ¡pobre ley de dependencia!. Voy a ahorrarme en escribir todo lo que pienso de la clase política de este país que tanto nos duele a algunos, no voy a hablar de Inside job ni de aquellos que aprovechan cierta austeridad necesaria para privatizar esenciales servicios públicos. Voy a esforzarme a conciencia por ser cada día mejor profesor. Esa será mi herencia, mi dignidad.
¡Salud@s!

dimarts, 15 de novembre del 2011

A vintage race.

Rafa Iglesias, ganador en el 2009
Subtítulo (ya utilizado): Si me queréis, ¡inscribirse! 

Si os hablo de una carrera legendaria, tradicional, con miles de personas participando (y de un elevado nivel) y muchas más animando a lo largo del recorrido, con un circuito ondulado, con la meta situada en el centro de una bonita ciudad (cuya sola visita ya merece el viaje), con una organización excelsa que tras aplicar la teoría de colas por el Basque Institute of Mathematics (es que me impresionó el dato) mejora aun más, si cabe, la necesaria logística de un evento de tal categoría pensaréis que ya está el pesado de Ferran y sus batallitas de Boston. Pues no, os hablo de la Behobia-San Sebastián.

Curiosamente, mi idilio con estar prueba comenzó estando lesionado. Acudí de acompañante en las ediciones del 2002 al 2004. Y puse a Dios por testigo que caso de poder volver a correr, allí estaría. Tras retomar el ritual de los imperdibles el uno de marzo del 2009, en noviembre estaba en la salida.  Fue la edición que más cerca ha estado de suspenderse debido al mal tiempo (de hecho la foto que acompaña este blog es de aquel momento); tuvimos granizo, viento huracanado (la célebre foto de Rafa Iglesias apareciendo en meta tras una cortina de lluvia) y, a pesar de todo, allí estaban los miles de espectadores animándonos. Creía haber conocido el cielo.
Una falta el 2010 por coincidencia con la maratón que organiza mi club y ya mis llantos internos pedían a gritos otra vez más.
 
¡48.000 piernas!
 
Y así fue, el domingo, en un fin de semana de bañadores y La Concha, a las 11 de la mañana, salíamos la sectorial de quemados del running en avanzadilla del resto de corredores. Minutos antes, hablando con mi amigo Albert, le explicaba la suerte que tenía por vivir por vez primera la experiencia de la Behobia. Ni imaginaba lo que iba a vivir.
Salida levemente boxeadora y uno procura no excederse con el ritmo que para sufrimiento ya tuve bastante dos años atrás. Vigilo a mis compis de apuesta (el último de los 3 pagaba un desayuno) y adecuadamente progreso a un ritmo algo superior a los 3’30”. Pasando por el primer pueblo ya me impresiona la cantidad de gente que está en la calle animando. Como siempre, en el País Vasco, es fácil ver a tres generaciones juntas compartiendo afición: ya sea una carrera, ya sea un txiquiteo. La nota de color es el calor. Tremendo. Apuesto por ir bebiendo en cada avituallamiento y lloverme, será por aquello de la tradición, con agua en la cabeza para bajar la temperatura.

Memorizando perfil...

La primera subida fuerte (personalmente la encuentro más dura que la segunda y última), por una autovía perdida y solitaria, está inundada de aficionados que te animan hasta (su) extenuación. ¿De dónde han salido? ¿Cómo han venido? ¿Es real?.  Posterior llaneamiento –por así decirlo- y me instalo en una grupeta que me lleva “al gancho” pero en la que resisto con dignidad –más vale morir anaeróbico, que vivir trotando-. Cruzamos diversos pueblos y aquí la sensación, el recuerdo que me queda, es de un ruido atronador (Guipuzkoa wins Massachussets), una compacta masa humana aficionándonos, un espectáculo (no éramos nosotros, eran ellos) de un pueblo que ama el deporte, que en consecuencia, se ama a sí mismo. Sigo bebiendo y regándome (ahora me acuerdo de Carmen Maura en la Ley del deseo: ¡mójeme!) y llegamos prietos y firmes al Alto de Miracruz, mi cima favorita. Dicen que mide un quilómetro pero sabiendo que cuando llegues arriba solo queda bajada y más bajada pasa volando.  Y sin parar encaramos las avenidas finales en un glorioso sueño que fue verdad.
El año que viene más y, además, espero que con el Chilla-Leku abierto. Lo echo de menos.

¡Salud@s!

Post data en modo viva la numerasión (como cantaba el otro Jose Luís Rodríguez, el Puma): 116 de la general, 30 Vet1 –cuántos cuarentones y la Seguridad Social sigue sin hacernos un monumento-, 1h12’38” y no pagaré el desayuno, pero porqué mi co-míster tenía los isquios cargados, así que quizás vayamos a escote, que semos catalanes.